quarta-feira, 17 de junho de 2009

Ofélia

Hace muchos, muchos años
en un país muy lejano y triste.
Existía una enorme montaña de piedra negra y áspera.
Al caer la tarde, en la cima de esa montaña
florecía todas las noches
una rosa que otorgaba la inmortalidad.

Sin embargo, nadie se atrevía a acercarse a ella
por sus numerosas espinas, que estaban envenenadas.
Entre los hombres solo se hablaba
del miedo a la muerte y al dolor
pero nunca de la promesa de la inmortalidad.

Y todas las tardes, la rosa se marchitaba
sin poder otorgar sus dones a persona alguna.
Terminada y perdida,
en la cima de aquella montaña de piedra fría.
Sola hasta el fin de los tiempos.

Si me escuchas, las cosas por aqui no están muy bien
(...)
Quiero pedir-te una cosa
Solo una...
Que no le hagas daño á mama
Ya la conocerás, és muy bonita
Aun que por veces esté triste muchos dias
Pero ya la verás quando sonrie...
Te vá a gostar mucho...

Dois diálogos entre Ofélia y su hermano. El Laberinto del Fauno.

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